En mi día a día laboral es recurrente la necesidad de los padres de saber como estimular el lenguaje de los niños que se retrasan, ¿qué hago en la casa?, ¿Cómo lo ayudo? Son preguntas frecuentes.

El lenguaje es una cualidad del Alma humana. A nivel físico el desarrollo del habla depende de la integración eficaz del movimiento con el sentido auditivo y visual, entre otros. A nivel anímico espiritual se va a desplegar en el niño pequeño, en la medida que tenga a otro ser humano con el cual anhela contactarse, que le responda de manera tranquila, con un lenguaje normal, bien articulado, simple y amoroso, lleno de sinceridad e interés que brote del corazón. Que lo respete en su particular forma de expresarse como niño y que no lo corrija, si no que siempre se preocupe de ser un buen patrón de imitación.

El lenguaje es para relacionarnos y en estas interacciones sociales aparecen las habilidades que nos permiten comunicar intenciones, sentimientos, adaptarnos y crear un espacio social. Este punto es muy relevante, un niño pequeño es muy sensible a la veracidad que los adultos proyectan. Veracidad que se manifiesta a través de nuestro tono de voz, nuestros gestos, nuestra prosodia.  Este aspecto del lenguaje, denominado nivel pragmático, es el que da sentido a todos los otros niveles del lenguaje y es el primero que surge desde el punto de vista de su desarrollo.

Entonces, ¿Qué debo hacer para estimular el lenguaje de mi hijo que aún no habla? Lo primero es observarnos y preguntarnos: ¿somos dignos de imitación?

A través de nuestro hablar podemos calmar y envolver a los niños en una atmósfera amorosa que permita el contacto de Yo a Yo. Si nuestra voz es una expresión de quien realmente somos, si recobramos el poder y la nobleza de nuestra palabra manifestando una coherencia entre lo que decimos y hacemos. Si aprendemos a escuchar, estaremos cimentando las bases de un buen patrón de imitación.

Con el objetivo de guiar nuestra autobservación presento una serie de preguntas que deberíamos revisar constantemente los padres y personas ligadas a niños pequeños:

 

¿Cuándo hablo con mi hijo(a)?: (*)

  1. ¿Lo miro a los ojos?
  2. ¿me coloco a su altura física para interactuar?, ¿Cuál es mi postura corporal mientras le hablo?
  3. ¿Pongo atención a lo que me indica o pide?, ¿mantengo esa atención hasta que pasamos a otro juego o actividad?
  4. ¿Lo escucho atentamente?
  5. ¿espero con paciencia su respuesta?
  6. ¿Nombro lo que me indica?
  7. ¿Mis gestos son coherentes con mi lenguaje?, ¿gesticulo mucho?
  8. ¿Para interactuar estoy constantemente usando celulares o aparatos electrónicos?
  9. ¿Lo corrijo constantemente en su forma de hablar?
  10. ¿Lo interrumpo constantemente?
  11. ¿le hablo simple o complejo?
  12. ¿Le hablo en dos idiomas para que aprenda desde “chiquitito” hablar inglés, por ejemplo?
  13. ¿Pronuncio bien?
  14. ¿tengo disfonía?
  15. ¿Mi tono de voz es muy agudo?
  16. ¿Hablo mucho y muy rápido?
  17. ¿grito mucho? o ¿hablo muy bajo?
  18. ¿me cuesta expresar ideas?
  19. ¿Cuándo digo algo frente al niño, lo hago?
  20. ¿utilizo constantemente el sarcasmo y la broma?
  21. ¿utilizo palabras amorosas y respetuosas para iniciar: ¿hola, buenos días, buenas noches, por favor, gracias?
  22. ¿Le aviso de los cambios de rutinas?: “ahora vamos a cambiar el pañal”, “ahora vamos a comer”, etc.?
  23. ¿Lo hago participar de actividades cotidianas, mientras le hablo ej: lavar una fruta, guardar la ropa, ¿preparar alimentos?
  24. ¿Hablo mucho?
  25. ¿En mi lenguaje hay constantes sesgos u opiniones acerca de lo que hacemos o vemos?, por ejemplo: frente a un insecto común, digo: “Si, es un grillo, me da asco no lo toques”, “amaneció feo el día”

(*) Si algunas de estas preguntas te resultan llamativas o tienes alguna duda con respecto a tu voz, habla o la asertividad comunicativa, es posible que necesites ayuda especializada, los fonoaudiólogos abordamos estas problemáticas.

 

Paradojalmente, el mundo moderno que nos ha otorgado la mayor tecnología para comunicarnos ha deteriorado en gran medida la nobleza del habla y de las relaciones humanas. Las máquinas hoy día producen voces artificiales carentes de un Yo real que produzca un vínculo con los niños. Juguetes que hablan repitiendo la marca comercial de sus productos o frases sin un sentido coherente con la realidad. Las voces de la televisión son falsas y exageradas, en estos dibujos animados que los niños de hoy ven por horas. Para que decir de los contenidos a los que son expuestos. En los medios de comunicación, la televisión, la radio, escuchamos a personan que hablan y habla, nadie escucha. Nadie se toma el tiempo de reflexionar si lo que hablamos es verídico, nuestro lenguaje está lleno de mentiras piadosas o sesgos interesados. El exceso de información nos apabulla. Nadie entra en ese ritmo de dar y recibir, de inspirar y expirar que está de base como imagen arquetípica del proceso de hablar. Ya nadie quiere hablar mirándose a los ojos, preferimos un mensaje de texto, y con ello nos perdemos de lo no verbal que hoy es reemplazado por un emojie. Lo que mas hemos perdido es la escucha.

Y no es un problema de la tecnología per se, si no de la relación que establecemos con ella.

Lo complejo es que nunca el ser humano había estado expuesto a este tipo de estimulación tecnológica y la ciencia deambula en diversas opiniones de que si es bueno o malo exponer a pequeños niños al uso de pantallas. Mi consejo es que utilice el sentido común. Los niños necesitan experiencias reales que le den coherencia a su mundo. Experimentar a través del movimiento, la alegría de correr libremente, el contacto con la naturaleza y con los adultos y personas queridas.

Actividades específicas para acompañar a los niños pequeños en su lenguaje

Para que nuestra estimulación tenga un carácter salutogénico debemos comprender que la tarea del niño pequeño es formar e impregnar su organización física, es decir hacer suyo su cuerpo. El niño se dedica, aunque inconscientemente a esta tarea, autoimpulsado, con la mayor intensidad y desde los primeros minutos de vida. Sin embargo, el niño no lograría sus objetivo sin la ayuda de adultos afectuosos que le muestren estar de pie, caminar y hablar. Acompañado y alentado por adultos cariñosos, el niño desarrolla sus facultades sensoriales a través de la practica, gradualmente adquiere dominio sobre los músculos que usa para moverse y, por lo tanto, conquista la libertad para moverse y explorar su entorno. De la misma manera ocurre con el lenguaje, el niño toma del adulto los elementos que lo harán hablar. Pero todo aprendizaje en la primera infancia se da a través de muchas experiencias directas al interactuar con el mundo, es decir, experiencias obtenidas mediante el propio cuerpo. El niño primero debe ser capaz de pararse antes de que pueda entender el mundo. Primero debe comprender las cosas físicamente antes de que pueda comprenderlas mentalmente. Un niño debe oler, probar, tocar y manipular las cosas antes de poder entender el mundo como un lugar razonable y transparente. Un sentimiento de coherencia no se produce a través de la comprensión intelectual sino a través de las actividades prácticas. Estas experiencias a su vez afectan la estructura del cerebro y el desarrollo de las habilidades motoras y sensoriales y contribuyen a que el niño pueda establecer una conexión cada vez más fuerte con su organización física y con su entorno.

En síntesis un niño pequeño aprende haciendo. Por lo tanto, toda actividad de lenguaje debe llevar consigo: Movimiento, contenido (imágenes) y un hablar bien articulado por parte del adulto. Además de promover la alegría, el juego y la conexión.

Y una de las actividades más integradoras son los versos acompañados de juegos de dedos. Estos juegos son tradicionales y los podemos observar en casi todas las culturas.

Un rescate maravilloso de estos juegos ha hecho Tamara Chubarovsky, donde ha trabajado la mayoría de los sonidos del habla, uniendo movimiento, ritmo, rimas  y sentidos básicos.

La música y las canciones son otro elemento entretenido para desarrollar el lenguaje, múltiples investigaciones muestran el potencial terapéutico del canto, además de pasar un rato entretenidos jugando y disfrutando de los ritmos y melodías.

Contar un cuento simple sin imágenes, donde nuestra voz sea la protagonista es una excelente alternativa de estimulación. Si, debemos fijarnos en la edad de los niños y en el contenido de los textos. Es una arte aprender a narrar, vale la pena buscar preparación. Pero lo más importante es que seamos capaces de generar un espacio cálido donde nuestra voz y pronunciación ayude a desencadenar las imágenes internas del niño.

Lo que si no ha demostrado tener influencia sobre el desarrollo del lenguaje y el habla son los ejercicios aislados de los órganos fonoarticulatorios (praxias), abuso de láminas y actividades que no tengan un correlato coherente con la realidad, por ejemplo: exceso de repetición sin un sentido. Correcciones permanentes por otro lado, dañan la autoestima de los niños. Todas estas formas deben dejar de ser usadas en el acompañamiento de niños pequeños ya que los desvitalizan y es muy probable que no se logren los efectos esperados.

¿Qué debo hacer para estimular el lenguaje de mi hijo que aún no habla?…..Lo primero es observarnos y preguntarnos: ¿somos dignos de imitación?